16/5/07

El amigo de las orcas

En Península Valdés, un guardafauna las llama y ellas acuden - Un caso curioso que será llevado al cine.

"Al principio me metía en el agua para ver las orcas más de cerca. Era parte de mi trabajo de monitoreo, pero de a poco empecé a relacionarme de otra forma. Cuando estoy con ellas me traen algas para jugar, se empujan unas con otras, se acercan si las llamo por el nombre", detalla Roberto Bubas, guardafauna del sistema de áreas protegidas de Península Valdés, que durante cuatro años mantuvo en secreto su vínculo con ellas, "como una especie de tesoro personal".

Incluso su relación se dio a conocer por una foto en la que acariciaba una orca y que generó gran polémica: debido a que existe una ley de no contacto con los animales de la zona, comenzaron a circular rumores de una sanción que quedó sin efecto al poco tiempo. "La ley está dirigida al turista; yo me acerco con otro propósito", argumenta.

Año tras año, turistas y fotógrafos especializados esperan horas en Punta Norte, Península Valdés, con tal de llevarse un registro de lo que muchos consideran un espectáculo único de la naturaleza: las orcas varan intencionalmente en la costa, atrapan cachorros de lobos y elefantes marinos que aprenden a nadar y los llevan mar adentro para compartirlos con el resto del grupo. Por eso les dicen ballenas asesinas, apodo que impresiona, pero que es falso. Ballenas no son, porque las orcas (Orcinus orca) pertenecen a la familia de los delfines y, a diferencia de las ballenas, tienen dientes. Y porque, a pesar de esos dientes, basta con conocer la experiencia de Bubas para tener otro concepto.

Desde 1992, Bubas se dedica a monitorear la población y estrategia de caza de las orcas de la Patagonia norte. Siguiendo lo que empezó Juan Carlos López, tiene identificadas a la mayor parte de las orcas que frecuentan Península Valdés: es que fueron registrando las características de la aleta dorsal y de la mancha ubicada detrás (montura). Por el momento hay 30 orcas identificadas, distinguidas por sexo y nombre. Fueron más de 2500 horas de observación las que sirvieron para el reconocimiento, pero que también derivaron en una relación muy particular.

Oriundo de Esquel y admirador de Jacques Cousteau en su adolescencia, antes de convertirse en guardafauna Bubas estudió biología marina, pero pronto entendió que lo que buscaba no estaba en los libros. "He pasado los últimos 13 años más con las orcas que con la gente", asegura.

La misteriosa relación con estos máximos depredadores marinos (su variada dieta incluye hasta tiburones) inspiraron su libro Agustín corazonabierto: la última edición salió hace unos meses por Vergara, y la productora española Wanda Visión planea llevarla al cine. También le aseguraron un lugar en el especial When Animals Talk, de Animal Planet, donde la etóloga Jane Goodall presentó casos de vínculos únicos entre hombres y animales. Su caso curioso es motivo de charlas que el investigador ofreció en Bélgica, Italia, Estados Unidos e Inglaterra.

Los ataques de las orcas se registran principalmente en dos momentos del año. De febrero a abril, las orcas atrapan lobos; de septiembre a noviembre, elefantes marinos. Se trata de una forma de caza única en el mundo conocida como varamiento intencional. Así se alimentan sus amigas Ishtar, Maga, Antú, Jazmín y Sparky. Además de ser el grupo que más interactúa con él dentro del agua, son las cinco sobre las que reposa en este momento la responsabilidad de instruir a la siguiente generación. "Es una sociedad matriarcal. La hembra vive casi 80 años y el macho no pasa generalmente de los 50."

Al ser un hábito adquirido y que implica un alto riesgo, requiere un largo aprendizaje y entrenamiento continuo. Bubas señala la importancia de monitorear esta costumbre ya que, de extinguirse "se estaría perdiendo una cultura de alimentación única en el mundo, sostenida únicamente por cinco animales".

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