15/7/07

De como el hombre conquisto los mares..... historia de la vela

Sin ningún lugar a dudas, el escollo más importante que le quedaba al hombre para poder establecerse en cualquier lugar que deseara, era el de la conquista de los mares. El mar ha sido el vínculo que ha permitido conocer otras culturas, comerciar con ellas, expandirlas... El dominio del mar era el dominio del Mundo. Y eso, lo comprendió rápidamente el codicioso ser humano.

No se sabe a ciencia cierta donde o cómo se inició el hombre en esto de la navegación. Podemos suponer que después de que descubriese
que su cuerpo se sostenía sobre un tronco, se le ocurrió unir dos o más troncos para formar una balsa como transporte. A partir de aquí todo sería cuestión de lógica: se sabe que en la Edad de Piedra, ya se construían embarcaciones ahuecando un tronco y como medio de impulso se usaban remos cortos. Con posterioridad se recubrieron de tejidos impermeables y tras esto se construyeron utilizando planchas de madera, atadas o cosidas entre sí, o sujetas con clavijas a una armadura interna. Tras esto, se pudo comprobar que si se les ponían velas a los barcos, éstos se movían más rápido impulsados por el viento. Estas velas probablemente en un principio eran de juncos entretejidos o pieles.

Recientes investigaciones (finales de 2.005) han demostrado que la embarcación más antigua hallada, corresponde a un barco de pesca, descubierto en Corea del Sur por el equipo científico del Museo Nacional Gimhae. Dicha embarcación está confeccionada en madera de pino y medía cuatro metros y medio de largo por sesenta centímetros de ancho. Su calado era de veinte centímetros, ideal para la navegación en zonas poco profundas. Su antigüedad: 8.000 años.
Recreación digital de un birreme griego.

Los primeros navegantes.

El descubrimiento de la embarcación coreana no quita el hecho de que los pueblos de la cuenca del Mediterráneo fueron los primeros en volcarse al mar como si de una autopista se tratara.
Los cretenses son quizá el más enigmático de los primeros pueblos de navegantes. A diferencia de los demás barcos construidos por griegos, egipcios, romanos o cartagineses, no se han hallado restos suficientes de bajeles cretenses que nos permitan una detallada reconstrucción. Sólo de las pinturas y esculturas minoicas pueden deducirse algunos detalles de los barcos que construyó la primera potencia naval de la que se tiene noticia.
Durante muchos siglos los cretenses dominaron el comercio en el Mar Mediterráneo. Para proteger dicho comercio, se necesitaba una flota de guerra que dominara las rutas comerciales con Asiria, Egipto o Grecia.

Los primeros barcos de guerra, según se desprende de esculturas y pinturas, tenían una roda alta y a popa presentaban un remo a modo de timón. Carecían de vela y se impulsaban por remos. Inicialmente no tenían cubierta y eran manejados por unos treinta remeros. A proa y popa presentaban unas pequeñas plataformas de combate. En los primeros tiempos, estas pequeñas embarcaciones tenían una misión de vigilancia costera. Más adelante, el aumento del tráfico mercante y los primeros ataques de piratas y barcos de otras potencias mediterráneas a los barcos cretenses, lejos de la protección de estas fuerzas costeras, impulsó a los cretenses a la construcción de barcos más grandes dotados ya de velas y capaces de lograr la supremacía en el mar. Estos barcos tendrían unos 30 metros de eslora, por 5 de manga, y estaban impulsados por 50 remeros. En estos modelos ya se incluía una vela para facilitar los desplazamientos por alta mar. El mástil que sujetaba la vela estaba compuesto por dos palos apoyados en las bordas que se unían en el extremo superior, de la misma forma que los barcos egipcios. La diferencia entre éstos y los cretenses eran básicamente dos: el sistema de aparejo y la existencia de una roda elevada a proa mediante un tajamar, mucho más alta que la de popa. La madera empleada era, posiblemente, de ciprés.

La decadencia comercial de Creta, unida al incremento del poder naval de los fenicios, griegos y egipcios, marcó el final de Creta como potencia naval.

Los fenicios, originarios del actual Líbano, disponían de diferentes tipos de embarcaciones. Por un lado, existía la llamada gauloi (bañeras) por los griegos, que era una embarcación de carga y que recibía este apodo debido a que era de forma ancha y redondeada. Solía tener entre 20 y 30 metros de eslora y de 6 a 7 de manga. El calado era de unos 1,5 metros y el casco estaba impermeabilizado con pez. Para proteger a la embarcación de posibles maleficios, llevaban en la proa una figura con la forma de algún animal; la popa solía ser de perfil redondeado y terminaba en forma de cola de pescado.
Por otro lado, encontramos la galera de guerra fenicia. Era un birreme (impulsado por dos órdenes de remos), con un mástil en el centro de su eslora. La característica más notable de estos navíos es que eran rápidos, manejables y de escaso calado. Fue su estrecha pasarela de combate y su poderoso espolón en forma de cuerno, una innovación muy plagiada posteriormente. La pasarela de combate albergaba a las tropas de infantería que, durante la batalla, tenían como misión la defensa del barco y el abordaje del contrario. Sabemos que los fenicios llegaron por el norte hasta Britania e incluso se están cuestionando una serie de hallazgos en Brasil que podrían ser testimonio de su presencia en dichas latitudes. Podría rebatir esta posibilidad el hecho de que preferían navegar al abrigo de las costas.

La técnica constructiva de los barcos egipcios estaba limitada por el tipo de árboles que crecían en las riberas del Nilo. Carecían de quilla y armazón, ya que estaban construidos por pequeños bloques de "acacia nilótica" unidos entre sí como si fueran ladrillos. El ariete de proa estaba reforzado con bronce y un poderoso remo en la popa hacía las veces de timón. Un mástil único presentaba en su extremo superior la primera cofa de combate. Las velas, amplias y bien diseñadas, podían ser cargadas sin necesidad de tenerlas que arriar. Una borda alta y robusta protegía a los remeros.

Cartago, fundada en el año 814 a.C. aproximadamente por la mítica reina Dido (según la tradición), se trataba de una colonia creada por la ciudad fenicia de Tiro. Los fenicios, en fiera competencia comercial y colonial con las ciudades griegas, expandieron sus rutas comerciales hacia el Mediterráneo occidental. Tanto en las costas africanas, como en Sicilia, Córcega, Cerdeña y el levante español. La caída de los ciudades fenicias en manos de los asirios permitió a la incipiente ciudad de Cartago asumir el papel de potencia marítima y comercial en el occidente mediterráneo. En sus viajes de descubrimiento y comercio rebasaron las columnas de Hércules (Estrecho de Gibraltar) y establecieron rutas comerciales por las costas de Portugal, hacia Inglaterra e Irlanda, ricas en estaño, y por las costas africanas hasta el Golfo de Guinea, ricas en marfil y maderas preciosas.
Detalle de un "cuervo" en un trirreme romano.
Detalle de un "cuervo" en un trirreme romano.

Para proteger el comercio de sus naves y atacar a las griegas, Cartago dispuso de una importantísima flota de guerra compuesta por veloces monorremes (con un sólo orden de remos movidos cada uno por dos remeros) empleados en misiones de avanzada y ataque a mercantes, y las míticas penteras. La venganza de Roma, tras la última Guerra Púnica, borró todo rastro de la configuración de la pentera y de su estructura. Ante la imposibilidad de determinar con exactitud como serían las penteras, hay historiadores que se inclinan por calificarlos como barcos con 5 órdenes de remos, algo difícilmente creíble, porque 5 órdenes superpuestos daría lugar a barcos muy altos e inestables, mientras que otros se inclinan por veloces barcos de un orden de remos movidos por cinco remeros, algo también difícil de creer por la longitud de los mismos. Los descubrimientos recientes de restos de barcos fenicios en las costas sicilianas y francesas permiten afirmar que las penteras eran barcos con dos órdenes de remos. Los inferiores movidos por dos remeros y los superiores por tres.
Las penteras cartaginesas se convirtieron en embarcaciones de leyenda: se cree que estaban constituídas por cinco órdenes de remos, si bien, debido al empeño de los romanos en asolar Cartago, esa información se perdió para siempre.
La tripulación era de unos trescientos hombres, incluidos los soldados. Tenía también una vela cuadrada en un mástil central que ayudaba en la navegación. La técnica constructiva era, en la Antigüedad, similar en todos los países y distinta de la de la Edad Media. Mientras que en los veleros de la Edad Media y posteriores, se construía primero la quilla, luego las cuadernas del armazón y se terminaba forrando el casco con el tablazón, en la antigüedad la técnica variaba: primero se construía la quilla, luego el tablazón y por último, e invirtiendo el proceso, las cuadernas. Además los cartagineses introdujeron una técnica constructiva especial: los elementos prefabricados que le permitían construir gran número de barcos en poco tiempo, ensamblando las piezas numeradas para facilitar la labor a los carpinteros.

La técnica de combate era el ataque al espolón para luego remar hacia atrás y dejar que el agua entrar en el barco enemigo. Mediante esta técnica lograron importantes victorias navales contra griegos y romanos. Sin embargo, los romanos que eran una potencia terrestre y no naval, desarrollaron una estrategia de enfrentamiento con las veloces penteras que era dotar a sus trirremes de un artilugio llamado cuervo. El cuervo era una plancha de madera, con unos garfios en los extremos que se clavaban en la cubierta enemiga, trabando los barcos, y permitían que la infantería romana pudiera abordar el barco enemigo. Esta táctica convertía las batallas navales en una prolongación de las batallas terrestres en las que no importaba la calidad de los barcos sino de las tropas.

Los barcos griegos eran ligeros, con un orden de remos impulsado por cincuenta remeros, y se llamaban pentecóntoras. Más adelante, en el siglo V a.C., el buque principal era la triere, antecesor del trirreme, que tenía 50 metros de eslora por 7 de manga y estaba impulsado por tres órdenes de remos. La quilla y las cuadernas estaban hechas de madera de fresno y el casco de abeto. Por lo general la triere sólo tenía un mástil con una verga y una vela cuadrada y empleaba, a modo de timón, dos grandes remos sujetos a ambos lados de la popa.
Su dotación era de 170 remeros a los que se unían 10 marineros de maniobra para la vela, 10 soldados de infantería (hoplitas) y 10 oficiales, lo que completaba los 200 tripulantes. La longitud de los remos oscilaba entre los 3 metros del orden de remos más alto y 1,60 metros del más bajo. En la época dorada de la Atenas de Pericles, la ciudad tenía una fuerza regular de más de 400 trieres.

La Roma republicana, era una potencia eminentemente terrestre; pero la confrontación con Cartago, en la Primera Guerra Púnica (264 a.C.), la obligó a desafiar a la potencia naval del momento. Con los restos de un buque cartaginés que varó cerca de Roma, copiaron su diseño y, en menos de 2 años, habían construido más de doscientas trirremes.

Aunque en la primera confrontación naval entre ambas potencias, Roma perdió su flota, en tres años reconstruyó la flota adaptándola a nuevas técnicas de combate más próximas a las terrestres. El trirreme medía unos 50 metros de eslora y portaba una vela cuadrada. Sus tres órdenes de remos le impulsaban a gran velocidad contra el barco enemigo al ritmo que el "cómitre" marcaba y, una vez que el espolón se clavaba en el costado del adversario, dejaban caer el "cuervo". Así unidos, las tropas de asalto pasaban al buque adversario trabándose una lucha que terminaba con la captura de uno de los barcos.

Más tarde, en la época de Julio César, se dotó a los trirremes romanos de armas ofensivas como catapultas y ballestas que lanzaban bolas incendiarias. El trirreme fue el rey del Mediterráneo hasta el final del Imperio Romano.

Tras la caída del Imperio Romano, se inicia un período oscuro en cuanto a fuentes escritas que nos hayan permitido dilucidar con claridad como evolucionó el "arte de la vela". Y no fue hasta la aparición de los vikingos y sus famosos drakkar que podemos volver a tomar una referencia clara sobre cómo evoluciona la vela en el mundo occidental.

De la eclosión de la sabiduría marinera durante la Edad Media, en breve se publicará en este portal naútico un amplio reportaje en que podremos saber más a cerca de la renovación de las técnicas de navegación y más concretamente de cómo la vela se erigió en el vínculo entre diferente mundos.

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