25/8/07

Miguel de Cervantes, Buen Escritor y Mejor Marinero

Los inicios del Escritor

El retrato más fidedigno que se conoce de Miguel de Cervantes se debe a su propia pluma, en el prólogo a las Novelas ejemplares:

"Éste que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos y de nariz corva, aunque bien proporcionada; las barbas de plata, que no ha veinte años que fueron de oro, los bigotes grandes, la boca pequeña, los dientes ni menudos ni crecidos, porque no tiene sino seis, y ésos mal acondicionados y peor puestos, porque no tienen correspondencia los unos con los otros; el cuerpo entre dos extremos, ni grande, ni pequeño, la color viva, antes blanca que morena; algo cargado de espaldas, y no muy ligero de pies; éste digo que es el rostro del autor de La Galatea y de Don Quijote de la Mancha, y del que hizo el Viaje del Parnaso, a imitación del de César Caporal Perusino, y otras obras que andan por ahí descarriadas y, quizá, sin el nombre de su dueño. Llámase comúnmente Miguel de Cervantes Saavedra. Fue soldado muchos años, y cinco y medio cautivo, donde aprendió a tener paciencia en las adversidades. Perdió en la batalla naval de Lepanto la mano izquierda de un arcabuzazo, herida que, aunque parece fea, él la tiene por hermosa, por haberla cobrado en la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros, militando debajo de las vencedoras banderas del hijo del rayo de la guerra, Carlo Quinto, de felice memoria".

Dadas las estrecheces económicas de su familia, se vieron forzados a continuos cambios de residencia: Madrid, Valladolid, Sevilla y Córdoba; pudiendo ser esta la causa del carácter de Miguel de Cervantes, que ante todo fue viajero de guerra que deseaba batirse con medio mundo (el otro medio estaba por descubrir), para lo que viajó mientras pudo, casi siempre por mar.

Su primer viaje fue una huida de la justicia, que le llevó a Roma en 1569 de forma que evitó una pena de 10 años de cárcel y la amputación de su mano derecha. Sólo un año le duró su estancia en Italia como camarero del cardenal Giulio Acquaviva, ya que inició su carrera militar con su hermano Rodrigo. Recorre toda Italia, se alista primero en Nápoles a las órdenes de Álvaro de Sande para posteriormente enrolarse con la Armada Española.

En 1571 se embarca junto a su hermano Rodrigo en la galera “Marquesa” para combatir en la batalla de Lepanto, donde el 7 de octubre recibe dos disparos y una herida en la mano izquierda que obliga su amputación por la que le quedó definitivamente el apodo de "El Manco de Lepanto". Participa en otras campañas como Corfú, Navarino, La Goleta y Túnez.

Más tarde, desde Nápoles participa en expediciones comandadas por Juan de Austria, en las naves más eficientes de la época, las galeras.

Ya recuperado de sus heridas en Mesina, en 1572 se incorporó a la compañía de don Manuel Ponce de León, del tercio de don Lope de Figueroa, dispuesto a seguir como soldado. Pese a tener una mano lisiada, participó en diversas campañas militares en los años siguientes, pasando gran parte de su tiempo en los aburridos cuarteles de invierno de Mesina, Sicilia, Palermo y Nápoles. Cansado de tal modo de vida, unos tres años después Cervantes decide regresar a España, no sin obtener antes cartas de recomendación del propio don Juan de Austria, reconociéndole sus méritos militares, con intención de utilizarlas en la Corte para obtener algún cargo oficial.

Cautiverio y fin de sus viajes

Así, en 1575 embarca en Nápoles, junto con su hermano Rodrigo, en una flotilla de cuatro galeras que parten rumbo a Barcelona, y el mar vuelve a ser determinante en su vida cuando una tempestad dispersa las naves y precisamente El Sol, en la que viajaban Cervantes y su hermano, es apresada en algún lugar entre Baleares y Cerdeña por unos corsarios berberiscos al mando del renegado albanés Arnaut Mamí. Los cautivos son conducidos a Argel y Miguel de Cervantes cae en manos de Dalí Mamí, apodado El Cojo, quien a la vista de las cartas de recomendación del prisionero, firmadas por el gran capitán mediterráneo Juan de Austria, fija su rescate en 500 escudos de oro, cantidad prácticamente inalcanzable para la familia de su padre.

Así se inicia el periodo más terrible de su vida: cinco largos años de cautiverio en las mazmorras o baños argelinos, que dejarían una huella indeleble en la mente del escritor, normalmente traducida en una continua exaltación de la libertad. Intentó escaparse en varias ocasiones, sin éxito, y al final fue liberado por la orden de los Trinitarios gracias al rescate pagado por el fraile fray Juan Gil, con las monedas obtenidas de sus recorridos pedigüeños por la geografía española. El 27 de octubre llega a las costas españolas y desembarca en Denia (Valencia): su cautiverio ha durado cinco años y un m

Dada su heroica carrera militar, Cervantes siempre pretendió obtener algún puesto oficial, concretamente en América, continente al que siempre quiso viajar. En 1581 fue a Orán a una misión desconocida y a Lisboa a pedir cuentas al gobierno de Felipe II.

Cervantes siempre quiso embarcarse hacia el nuevo continente, pero lo más lejos que llegó según las publicaciones de Manuel de Foronda, fue a la isla Terceira, en Las Azores. Se le denegó su solicitud para viajar a América, por ser este privilegio reservado a viajeros con limpieza de sangre probada, pero él siguió relacionado con el mar a su vuelta a Sevilla, donde es nombrado comisario real de abastos para la Armada Invencible.

Más tarde sería encargado de recaudar las tasas atrasadas en Granada, habiéndole denegado una vez más el oficio en Indias que había vuelto a solicitar en 1590. Tan miserables empleos lo arrastrarían a soportar, hasta finales de siglo, un continuo vagabundeo mercantilista por el sur (Écija, La Rambla, Castro del Río, Cabra, Úbeda, Estepa, etc.), sin lograr más que disgustos, excomuniones, denuncias y algún encarcelamiento (Castro del Río, en 1592, y Sevilla, en 1597), al parecer siempre injustos y nunca demasiado largos.
Al comienzo del siglo XVII, Cervantes se despide de Sevilla y sólo sabemos de él que anda dedicado de lleno a la escritura del Quijote

En 1603 se instaló en Valladolid. Sus conocimientos en náutica se dejan ver en su principal obra, donde hace alarde de jerga marinera haciendo que ingenioso hidalgo hable de leguas, líneas, polos y astrolabios, convirtiendo a un caballero andante en todo un marinero de alta mar. Además su conocimiento astronómico sobre planetas, solsticios y zodíacos muestra su gran conocimiento en navegación. Tras sus últimos viajes lejos ya del mar, don Miguel muere de hidropesía en Madrid en 1616.

A continuación os ofrecemos una cronología de sus viajes:

  1. 1569, sale de Madrid hacia Roma huyendo de la justicia.
  2. 1570, alistamiento en Nápoles, a las órdenes de Álvaro de Sande.
  3. 1571, participa en la batalla de Lepanto.
  4. 1575, es apresado en mitad del Mediterráneo y conducido a Argel.
  5. 1580, sale de la cárcel tras 5 años de cautiverio.
  6. 1581, tras estancia en Vélez, pasados unos meses vuelve a Orán.
  7. 1592, vuelve a España para vivir en Sevilla, Granada, Valladolid y finalmente se instala en Madrid, donde muere en 1616.

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